Jesús lloró.
Han transcurrido aproximadamente 150 días desde que se dio la alerta sanitaria de Covid-19. El número de contagios fue aumentando junto con los decesos, las noticias se han impregnado de las consecuencias de la enfermedad y miles de familias han sido afectadas.
Tristemente hemos escuchado de fallecimientos cada vez más cercanos, y con el oír nuestro corazón se entristece.
En la Palabra de Dios dice:
“Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.”
Romanos 12:15 NVI
Jesús nos enseñó a llorar con los que lloran. Juan relata que en el momento en que llega Jesús a la tumba de Lázaro sucede lo siguiente: “Jesús entonces, al verla llorando (a María, hermana de Lázaro), y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró.”
S. Juan 11:33-35
Jesús se conmovió con el llanto de María, no fue indiferente con su dolor, él era una persona como nosotros que sentía tristeza.
Llorar con los que lloran nos hace como Cristo, por amor a nuestro prójimo lo acompañamos, con lágrimas y oración (pues no hay distancia que impida su llegada), no es necesario tener las palabras adecuadas, inclusive el silencio puede ayudar.
Pero la muerte no es el fin:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”
S. Juan 11:25-26
Llorando por la ausencia pero celebrando la vida eterna, y con la esperanza de que un día nos volveremos a encontrar.
Un abrazo muy fuerte a los que han perdido un ser querido en este tiempo.
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